La Madre Tierra.
 


Honra a tu Madre Tierra, para que tu vida sea larga sobre la tierra.

Tú Madre Tierra está en ti y tu en Ella; por Ella naciste, Ella te da la vida, Ella fue la que te dio tu cuerpo y a Ella habrás de devolvérselo algún día.

Feliz de ti, que llegaste a conocerla y a conocer su Reino. Si recibes los ángeles de tu Madre y si cumples las Leyes de Ella y si haces estas cosas, nunca enfermarás.

Porque el poder de nuestra Madre Tierra, está sobre todo; Ella tiene regencia sobre los cuerpos de todos los hombres y de todas las cosas vivientes.

La sangre que circula en nosotros, nace de la sangre de nuestra Madre Tierra, su sangre murmura en los arroyos de las montañas, fluye con amplitud en los ríos que pasan por las llanuras, duerme en los lagos, se enfurece terriblemente en los mares tempestuosos.

El aire que respiramos nace del aliento de nuestra Madre Tierra. Su aliento es el azul de las alturas celestes, susurra en las cumbres de las montañas, murmura en las hojas de la selva, crece sobre los campos de cereal, dormita en los valles profundos, arde y se calienta en el desierto.

La dureza de nuestros huesos, procede de los huesos de nuestra Madre Tierra, de las rocas y de las piedras; ellas permanecen desnudas ante los cielos y sobre las cumbres de las montañas; ellas son como gigantes que reposan durmiendo en las laderas de las montañas, son como ídolos puestos en el desierto y también están en las profundidades de la tierra.

La suavidad de nuestra carne procede de la carne de nuestra Madre Tierra, cuya carne se vuelve amarilla y roja en las frutas de los árboles y nos cría en los surcos de los campos.

La luz de nuestros ojos, la audición de nuestros oídos, ambos tienen su origen en los colores y sonidos de nuestra Madre Tierra, que nos circundan como las olas del mar rodean a los peces y como los torbellinos del aire envuelven a las aves.

El hombre es el hijo de la Madre Tierra y el el Hijo del Hombre recibió su cuerpo entero de Ella, así como el cuerpo de un niño recién nacido sale del vientre de su madre; así también, tu eres uno con tu Madre Tierra, Ella está en ti y tu en Ella, de Ella naciste, en Ella vives y a Ella regresarás de nuevo.

Por eso guarda sus Leyes, porque nadie puede vivir largo tiempo, ni ser feliz, a menos que honre a su Madre Tierra y cumpla sus Leyes.

Porque tu aliento es su aliento, tu sangre es su sangre, tus huesos son sus huesos, tu carne su carne, tus ojos y oídos son sus ojos y oídos. ¡La Madre Tierra!

Siempre estamos rodeados por Ella, siempre nos circunda su belleza, nunca podemos separarnos de Ella, nunca podemos conocer sus profundidades, porque Ella es la que está siempre creando nuevas formas; lo que existe, nunca antes existió, lo que existió no regresa de nuevo. En su reino todo es siempre nuevo y siempre viejo, vivimos en su medio y sin embargo no la conocemos, Ella nos habla continuamente y aún así nunca nos revela sus secretos.

Siempre sembramos en el suelo y recogemos sus cosechas, pero no tenemos poder sobre Ella. Ella continuamente está construyendo y continuamente está destruyendo y el lugar donde Ella labora, está oculto a los ojos de los hombres.

 

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